domingo, 24 de abril de 2011

Historia de un Caos - Parte III : ROJO-AGONÍA



     Percibir. A mis pies, tierra negra; a mi alrededor, un lago rojo. Estoy atrapado en un islote de ébano, rodeado de aguas carmesí. El brillo que ilumina la estancia proviene del antes homogéneo vacío negro del techo, una luna escarlata abre un ojo por el que me observa. Al horizonte, una torre de marfil y azabache se alza en medio de las rojas aguas que me rodean.

     Nadar. Tras entrar al océano escarlata, iluminado por la tétrica luna del color de la sangre, el islote que antes me sustentaba, súbitamente, se hunde, dejándome a la deriva, con un único objetivo en mente, llegar a aquella torre bicolor. Esta agua pesa, se me hace difícil nadar. Cuanto más me acerco, más pesada se hace, se va volviendo más oscura. Tras un inmensurable esfuerzo, a punto de desfallecer, consigo alcanzar la torre.

     Rodear. Dar la vuelta, en medio de este lago, a una torre sin puertas ni ventanas, uniforme, pero de los colores del ajedrez. Me estoy cansando de nadar, no hay a donde agarrarse ni donde descansar. Empieza a llover, en un principio es como siempre ha sido, cuando me doy cuenta, la lluvia me cubre de rojo. Sangre. Sangre es lo que ahora cae del cielo. Espectáculo macabro, una lluvia sangrienta me golpea con fuerza mientras la torre se tiñe en carmesí; ajedrez ensangrentado que poco a poco se disuelve.

     Flotar. A mi alrededor, exhausto y sin fuerzas, se acumula la sangre, me hace imposible seguir a flote. Mis últimas fuerzas se agotaron. Me hundo, lentamente, desfallezco mientras siento el sabor desagradable de la sangre en mi boca. Obviamente, este sería mi fin. Pero en un lugar incoherente como en el que me encontraba, una agonía como ésta no es más que otra forma de llegar a un nuevo lugar. Llego al fondo, sigo vivo, consciente y puedo ver, con relativa claridad, ante mí otra vez aquella puerta.

    Leer. Inscrito en la puerta, ‘CAOS’. El ambiente que me rodea empieza a apretarme por todos lados, me cuesta respirar. Debo salir de aquí, y solo podré hacerlo a través de esa puerta. Intento abrir la puerta, ya no aguanto más, pero casi sin aliento, consigo desplazar un poco la puerta de su marco. Ésta, abierta, me absorbe, me arrastra a pesar de que, con las pocas fuerzas que me quedan, me resisto, pero es inevitable. Soy arrastrado y termino en un lugar que ya es conocido para mí.

     Volver. Al lugar en el que comenzó todo esto, aquel pasillo verde que ya me condujo a dos lugares de pesadilla. Ante mí, una muchacha normal me pide que la siga, y eso hago, esperando a que dado que es una persona, me lleve a la salida


     Conversar. ...(Esperar hasta la cuarta parte)

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