sábado, 15 de octubre de 2011

El Rol Winchester

Es un rol que me ha gustado bastante, es todavía un poco nuevo y vendría bien que tuviera algo más de actividad... A los que leáis este humilde blog y os guste algo el manga o el anime, os animo a que lo probéis. En él hay gente estupenda y de todo tipo de pensamiento, seguro que a alguien con quien os terminéis llevando bien lo termináis encontrando... 

PD: En estos momentos sigo trabajando en una nueva historia, si queréis más del estilo Historia de un Caos, sed pacientes ^^

miércoles, 11 de mayo de 2011

HISTORIA DE UN CAOS: Índice y extras.

   Un pequeño índice que recoge los 5 fragmentos de la historia. Cada uno lleva a su página correspondiente al picarlos. Sirve para que los despistados lean en el orden correcto, sea más fácil encontrar todos los relatos y además, poner un poco de orden.


  · Parte I: VERDE-INCOHERENCIA


   · Parte II: AZUL-CORRUPCIÓN


    · Parte III: ROJO-AGONÍA


     · Parte IV: AMARILLO-LOCURA


      · Parte V: BLANCO-MUERTE 


Espero humildemente a todos los que hayan empleado su tiempo en leerlo que les haya gustado. Este relato está basado en una pesadilla que tuve en una ocasión; fue tan clara y tan impactante, que lo único que hice realmente fue ir escribiendo lo que recuerdo sobre aquel sueño; eso sí, adornándolo un poco, para que quede más legible y agradable a la vista.

martes, 10 de mayo de 2011

Historia de un Caos - Parte V : BLANCO-MUERTE



     Conocer. Se acerca el final de todo esto. Lo siento. Lo sé, y estoy seguro de ello. El portón chirría mientras lo abro; aquella puerta por la que vine se abre junto a él. Al otro lado, en la habitación amarilla, puedo verlas, con muecas de ansia por darme caza. Agobiado, intento acelerar la apertura del pesado portal. 


     Lograr. Cumplir un objetivo, en este caso, consigo entrar a un último recinto, blanco y negro, brillante y geométrico. En el centro, una rosa negra por florecer. A mi espalda, a mis alrededores, nada. Nada distinto a aquella pared que establecía un límite perfectamente definido a aquel habitáculo circular. Miro al cielo y lo veo, un cielo que recoge al alba, la aurora que anuncia el poco tiempo que resta para que amanezca.


     Ilusionar. Desear con esperanza que aquello que deseamos se cumpla. El sol, él con su luz debería erradicar el caos de este lugar lúgubre, siniestro, caótico, deforme. Un final feliz. Un final que nunca llegaría a ver con mis propios ojos. El alba enrojece, adquiriendo un color de brasa apagándose pero aún sigue viva, intentando resurgir. Mis pisadas vuelven ceniza el suelo que me sustenta, y tras apartarme, dichas cenizas adquieren el color del cielo que tengo sobre mí.


     Surgir. De entre las cenizas con agitación cual fuente emergente desde la tierra, un cuerpo cubierto de una desagradable y viscosa película azabache. Para mi desgracia, conocía lo que formaba aquella cobertura y, cuando posteriormente fuera cayendo, descubriría que también conocía a quien estaba debajo. Mi amada, inmóvil, se halla frente a mí, con restos de ponzoña que aún se escurrían por su piel.


     Acercar. Ella da un paso, yo retrocedo a la par. Me alejo a medida que ella avanza. Ya no es quien conocí tras volver de aquel lago rojo; aquella loca la introdujo en una dimensión de locura y corrupción. Dejó de ser una persona como tal para ser un nuevo ser. Me acabo de chocar con algo por la espalda mientras retrocedía. Antes de poder girarme, me agarra. Una risa suena detrás de mí. Mientras oigo su risa, en mi cabeza la asocio a la habitación amarilla. La reconozco. Era la risa de aquella loca mujer que con sus acciones tanto daño me causó.


     Pelear. Luchar por liberarme. Estoy cogido con fuerza y me cuesta moverme, pero tras gran esfuerzo, consigo librarme de sus manos y me aparto. Pierdo el equilibrio y termino cayendo al suelo. Ambas se me acercan. El fin que estaba deseando llegará dentro de poco, pero será distinto al que imaginé. No será el fin de este sitio. Es el fin de mi vida aquel que se acerca.


     Brillar. Unas cadenas de plata blanca, rígidas y veloces, abren el suelo y crean una cárcel, conmigo encerrado en ella. Pese a estar en una jaula, que separa exterior e interior como una barrera, en ella tengo dos compañeras indeseables. Estoy acorralado, no hay salida, mi fin se acerca y se detiene ante mí.


     Mirar. Fijamente, cuatro ojos me observan. Miradas frías a la par que llenas de locura e instinto animal. Un último intento de huida termina conmigo atado entre las paredes de mi prisión, cadenas de plata que me inmovilizan, dejándome a merced de la voluntad de las dos únicas personas, si ahora pudiera llamarlas así, que existen en este maldito lugar.


     Quebrar. Una mano atravesó el pecho de la mujer loca. Su faz se quiebra, en medio de una carcajada desgarradora que transmitía el sufrimiento y la agonía de una dolorosa muerte. Cuando se agota su voz, termina de romperse su cuerpo cual espejo, dejando a la mano ejecutora ensartada en las cadenas.


     Recoger. Las cadenas que formaban mi confinamiento comienzan a moverse, se retiran, vuelven al suelo y, desde allí, retroceden hasta entrar en la mano de mi antigua compañera. Aparentemente, ella ha recuperado la conciencia, ya no emana aquel lodo corrupto. Parece que al fin, mi final feliz llegaría; el malo fue derrotado, no hubo víctimas, y conseguiría a la chica.


     Besar. Lleno de energía y júbilo, emoción y excitación, deseo y amor, a mi salvadora. Mi último gran error. Durante el beso, el espejismo de una sensación se me quedó en la boca. Cuando separamos nuestros labios, de los suyos caían restos de la ponzoña oscura que me llevaba atormentando todo este tiempo. Me empezó a invadir una sensación de ardor en todo mi interior.


     Sufrir. Un dolor inmensurable e inimaginable, como si me estuvieran devorando vivo poco a poco, hacia el exterior desde mis adentros. Con mi sufrimiento, caigo de espaldas. No puedo sentir más que dolor. Mirando al cielo, en el que vuelve a aparecer el alba, oigo aquella carcajada odiosa, repleta de carencia de sentido, de una locura macabra; pero que al mismo tiempo parece un lamento. Mientras me retuerzo en mi agonía, consigo verle la cara. Lágrimas humanas, tristemente hermosas, caen por sus mejillas. Ya no siento ni piernas ni brazos, ni tan siquiera consigo verlos; sólo veo un aglutinamiento de materia negra y viscosa que sale desde donde debieran estar mis miembros.


     Morir. Agonizar por el beso de la muerte, recibido por mi propia iniciativa e ignorancia de manos de mi salvadora y, ahora, también mi verdugo. El dolor puede conmigo, grito en mi más intensa agonía, hasta que a mi lado se sienta ella. Una despedida. Un último beso, pero este no fue el beso de la muerte, sino el beso de la paz, del descanso. Ya no siento nada, así fue mi muerte.


     Esta fue la historia de mi caos.





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     Despertar, otra vez, y volver al hogar, abandonando ese caos hasta la próxima ocasión, una nueva noche que destruya en su seno a la lógica mundana.

FIN

Historia de un Caos - Parte IV : AMARILLO-LOCURA



     Conversar. Algo que hacía tiempo que deseaba hacer. Hablando, se olvidan los males, surgen nuevas amistades y también aprecio por las distintas personas con las que estamos; y eso supuso un error que me costaría mi integridad. Nos detuvimos ante una puerta, distinta a las anteriores que ya encontré, ésta era más bella, pura, armónica; nos incitaba a cruzarla, nos decía que ella era el camino que nos sacaría por fin de aquí.


     Atravesar. La puerta que parecía la salida, antes de cruzarla; ella, la chica, y yo nos hicimos una promesa: encontrarnos de nuevo una vez esto acabase. En las situaciones más críticas es donde conoces a tus verdaderos amigos y a tus peores enemigos; en mi caso, una excelente amistad que, en mi interior, deseaba que fuera más que eso.


     Apartar. La puerta, tras entrar, se cierra detrás de nosotros. Por la impresión, ella me cogió la mano, estaba temblando, pero dejó de hacerlo cuando miramos a nuestro alrededor. Una habitación amarilla, casi dorada, sobriamente decorada con adornos de porte clásico en mármol blanco. En el centro, una señora mayor vestida con una bata de color blanco inmaculado nos sonríe y nos sugiere que la acompañemos. Aparenta ser una buena persona. Nos llevó a una habitación, de color blanquecino, casi plateado, con el brillo típico de las estrellas en las noches de verano, en cuyo centro encontrábamos un jarrón, hermoso y del color del océano.


     Oír. A la señora de blanco acercarse al jarrón, suena el eco de sus pisadas, sin decir nada. Al detenerse, se vuelve, nos mira, y silba. Cadenas. Nacen de la nada y me atrapan, no me dejan moverme. Suena un cántico de sirena, mi compañera se acerca, con una sonrisa en su cara y una mirada vacía, hacia el jarrón, en el cual esa señora introdujo su mano.


     Temer. Por el futuro de aquella persona que aprecias. El aspecto formal de la huésped de este lugar se desmorona, tonándose a una apariencia locuela, riendo como si se hubiera sumido en la locura. Sacando la mano del jarrón, cubierta del lodo negro que antes encontré en la habitación azul de la doncella, sujetando algo impregnado de dicha viscosidad, imposible de diferenciar de cualquier otra cosa diferenciada.


     Emanar. Caer el lodo poco a poco y permitiendo ver qué era lo que sujetaba. Ojalá no lo hubiera visto. Cortada, la cabeza del cuerpo que apareció tras quebrarse el de la doncella, llorando el negro cieno, que también llenaba el jarrón del cual se sacó. Sacada, aquella lunática tiró el jarrón, y el lodo terminó rodeando a mi adorada acompañante, despierta pero durmiente.


     Devorar. El lodo a mi amada, verla deshacerse como sucedió en la primera habitación a la que entré. Miedo. Odio. Desesperación. Dolor. Todos estos sentimientos surgían en mi interior. Miedo porque me suceda lo mismo. Odio por aquella loca que llevó a mi amor a su perdición. Desesperación por no haber sido capaz de hacer nada. Dolor por la pérdida de…


     Escapar. Las cadenas se aflojaron y pude escurrirme entre ellas. Impotente; no fui capaz de realizar acción ninguna. Ni huir. Ni luchar. Sólo añorar, añorar el breve tiempo en que este sitio me pareció un paraíso que duraría para siempre, en el cual ella y yo hubiéramos estado el uno junto al otro.


     Retornar. Volver de los recuerdos idealizados a una desoladora y macabra realidad. Vuelvo a ver a mi amada, de espaldas, como si nada hubiese pasado; y a aquella loca con la cabeza cortada en la mano, que no lloraba ya y estaba absolutamente seca. A mis pies, los restos del jarrón que fue roto; pero no me importaba, corrí hacia la única persona en la que podía confiar aquí, para comprobar que estuviera bien.


     Alucinar. Sufrir a manos de las falsas esperanzas que una ilusión me brindó. Aquella persona que conversó conmigo, que gastó su tiempo conmigo, a quien parecía importarle alguien tan… tan necio como yo, tan… tan…tan impotente e insignificante que apenas existe para los demás… Las pocas esperanzas que tenía se desmoronaron.


     Desesperar. La causa, mi amada derrama lágrimas negras, como aquellas que devoraron cristales y un cuerpo. Una imagen vale más que mil palabras, y ni con un millón de ellas podría expresar lo que sentí en ese momento, un torrente de emociones y sentimientos, que se entremezclan y desbordan. Ya me pasó otra vez, el cuerpo pide la supervivencia y comienza a retirarse, pero esta vez el poder de tanto el dolor como el amor, aunque hubiese deseado que fuera distinto, tampoco puede retenerme.


     Huir. En una habitación amarillenta donde sólo se observan dos puertas. Aquella por la que entramos, que al retroceder se cubre de cadenas y se cierra de modo definitivo, para siempre, perdiéndose entre aquella maraña de eslabones; y una pequeña puerta blanca que se observa a la lejanía, en el extremo opuesto a mí de la habitación y a la cual, para llegar, debo atravesar el espacio en el que estaban aquella loca y ese engendro que yo antes adoraba.


     Cerrar. Los ojos y la mente, corriendo hacia una puerta que visualizo en la oscuridad que me rodea y que sé, en mi interior, que no llegaré a ella. Aún así, antes de darme cuenta, habiendo dado sólo unos pasos, abro los ojos y estoy frente a la puerta, a mi espalda, aquellas dos mujeres.


     Crecer. Tras volver la vista a aquella miniatura, la encuentro, ahora con los tamaños intercambiados: yo el pequeño, la puerta la gigante, bajo la cual quepo. Arrastrándome, logro pasarla. Vuelvo, por última vez a aquel pasillo verde, pero esta vez observo una gran diferencia respecto a las anteriores. El pasillo está cortado por la puerta que acabo d cruzar, y por fin, tras toda una noche, encuentro su final, ornamentado con un portón oscuro, como una noche sin luna, adornado con líneas blancas. 


     Conocer. ...(Esperar hasta la última parte)

domingo, 24 de abril de 2011

Historia de un Caos - Parte III : ROJO-AGONÍA



     Percibir. A mis pies, tierra negra; a mi alrededor, un lago rojo. Estoy atrapado en un islote de ébano, rodeado de aguas carmesí. El brillo que ilumina la estancia proviene del antes homogéneo vacío negro del techo, una luna escarlata abre un ojo por el que me observa. Al horizonte, una torre de marfil y azabache se alza en medio de las rojas aguas que me rodean.

     Nadar. Tras entrar al océano escarlata, iluminado por la tétrica luna del color de la sangre, el islote que antes me sustentaba, súbitamente, se hunde, dejándome a la deriva, con un único objetivo en mente, llegar a aquella torre bicolor. Esta agua pesa, se me hace difícil nadar. Cuanto más me acerco, más pesada se hace, se va volviendo más oscura. Tras un inmensurable esfuerzo, a punto de desfallecer, consigo alcanzar la torre.

     Rodear. Dar la vuelta, en medio de este lago, a una torre sin puertas ni ventanas, uniforme, pero de los colores del ajedrez. Me estoy cansando de nadar, no hay a donde agarrarse ni donde descansar. Empieza a llover, en un principio es como siempre ha sido, cuando me doy cuenta, la lluvia me cubre de rojo. Sangre. Sangre es lo que ahora cae del cielo. Espectáculo macabro, una lluvia sangrienta me golpea con fuerza mientras la torre se tiñe en carmesí; ajedrez ensangrentado que poco a poco se disuelve.

     Flotar. A mi alrededor, exhausto y sin fuerzas, se acumula la sangre, me hace imposible seguir a flote. Mis últimas fuerzas se agotaron. Me hundo, lentamente, desfallezco mientras siento el sabor desagradable de la sangre en mi boca. Obviamente, este sería mi fin. Pero en un lugar incoherente como en el que me encontraba, una agonía como ésta no es más que otra forma de llegar a un nuevo lugar. Llego al fondo, sigo vivo, consciente y puedo ver, con relativa claridad, ante mí otra vez aquella puerta.

    Leer. Inscrito en la puerta, ‘CAOS’. El ambiente que me rodea empieza a apretarme por todos lados, me cuesta respirar. Debo salir de aquí, y solo podré hacerlo a través de esa puerta. Intento abrir la puerta, ya no aguanto más, pero casi sin aliento, consigo desplazar un poco la puerta de su marco. Ésta, abierta, me absorbe, me arrastra a pesar de que, con las pocas fuerzas que me quedan, me resisto, pero es inevitable. Soy arrastrado y termino en un lugar que ya es conocido para mí.

     Volver. Al lugar en el que comenzó todo esto, aquel pasillo verde que ya me condujo a dos lugares de pesadilla. Ante mí, una muchacha normal me pide que la siga, y eso hago, esperando a que dado que es una persona, me lleve a la salida


     Conversar. ...(Esperar hasta la cuarta parte)

miércoles, 13 de abril de 2011

Historia de un Caos - Parte II : AZUL-CORRUPCIÓN



     Negar. No aceptar lo que se ve, en medio de la habitación, un resplandor azul cuyo origen es un cuerpo inerte de doncella, sellada en una urna de de cristal tan fino y delicado como el aspecto de la doncella.

     Desear. Para cumplir el impulso del cuerpo, acercarse a la urna pa apreciar la belleza de la dama y, siguiendo un lascivo deseo, intentar tocarla. Craso error. Un roce. Solo eso bastó para que la urna se quebrara, liberando, así, según un optimista pensamiento en mi interior, a la deseada doncella, quien no se correspondía con aquella hermosa primera impresión.

     Gritar. De puro pánico; ver quebrarse el exterior de una persona, jóven y bella, para hacer surgir de su interior a un nuevo cuerpo, corrupto, ponzoñoso, pestilente, pútrido, putrefacto; de cuyo interior emanaba un lodo negro, como las mismas tinieblas, que lo devoraba todo a su paso, los restos del cuerpo,y de la urna, y se acerca a mí. Ante dicho panorama, la mente es incapaz de reaccionar, por lo que el cuerpo, sin consultar, huye en dirección contraria.

     Chocar. Una nueva puerta, similar pero distinta a la primera, que al atravesarla me devuelve al pasillo de luz verde en el cual comenzó esta desagradable peripecia. Tras salir, cerré la puerta para impedir que aquella atrocidad llegara hasta mí. Un sentimiento nuevo, de calma, comenzó a dominarme. Antes de que me diera cuenta, la puerta que acababa de cerrar, ya no estaba.

    Caer. El suelo cede y desciendo hacia el vacío, o por lo menos eso creía en un principio. Un nuevo lugar, como los otros, pero esta vez en rojo, es al que llego desde un cielo inexistente. Solo hay un techo negro, impenetrable y fluctuante, sin orden.


    Percibir. ...(Esperar hasta la tercera parte)

Historia de un Caos - Parte I : VERDE-INCOHERENCIA


    Despertar. Abrir los ojos, en mitad de la noche, y no ver nada. Estar encerrado en un lugar oscuro y estrecho. Parece oírse un zumbido. Comienzan a encenderse luces verdes, se ve que estaba en un pasillo que crece sin fin, monótono, homogéneo, salvo por las lámparas.
     Avanzar. Dar un paso tras otro. Andando, incesante aunque sin prisa, si fuera mecánico, acercarse hacia el horizonte iluminado, en verde, pero oscuro a su vez. A medida que marcho, el pasillo crece junto a mí, como si no fuera a tener fin, ni principio. Donde aparecí, ese espacio oscuro y cerrado, desapareció con la luz. Estoy perdido en un lugar impensable, paradójico, onírico.
     Observar. Con un parpadeo, antes no y ahora sí, aparece una puerta que rompe la hegemonía de la pared y las luces, acabando con la homogeneidad y la monotonía.
     Dar. Un paso tras el siguiente, hasta encontrar frente a mí a dicha puerta. Cerrada, irrompible, inmutable; una falsa esperanza en medio de un mundo monocromo y repetitivo que, de la misma forma que apareció, se desvanece.
     Retroceder. Dar un paso hacia atrás, sorprendido, después de que este mundo volviera a su aspecto anterior, con la puerta desaparecida, y tras un giro, resurge la misma puerta, entreabierta, ante mí, atónito y desconcertado.
     Empujar. Abrir la puerta que hay ante mí y que antes se encontraba cerrada, entrando así, sintiendo curiosidad y temor al mismo tiempo, a un nuevo lugar. Un lugar totalmente ajeno al anterior, cuyo único punto en común era una leve iluminación, pero en este caso, azulada.
     Negar. ... (Esperar hasta la segunda parte)

domingo, 3 de abril de 2011

 Bienvenidos, los pocos o ningunos que seais, a mi humilde blog.

 De momento, está prácticamente vacío; pero con el tiempo y, sobretodo, cuando termine selectividad empezaré a llenarlo con todas mis creaciones.

 También me gustaría que pudiera usarse para hablar de lo que apetezca, incluyendo series, mangas y animes (siendo a estos últimos unos a los cuales yo también soy aficionado. XP )

 Con el paso del tiempo, espero que este pueda terminar siendo un blog mínimamente decente.
Gracias por su colaboración y paciencia por leer todo esto y/o participar.